¿Qué pasó en #casadeDavis?

Casa de Lectoras Indeseables
5 min readOct 7, 2019
Angela Davis aúna en sus obras el feminismo interseccional con el socialismo.

El pasado jueves celebramos el primer encuentro de un nuevo curso de Casa de Lectoras Indeseables, que dedicamos a comentar una de las obras fundamentales del feminismo. Se trata de “Mujeres, raza y clase” de Angela Davis. Lo cierto es que, aunque esperábamos poca actividad, fue un debate rico e intenso, con muchas y variadas aportaciones.

La lectura de Davis, como ya sucediera con bell hooks o Silvia Federici, era un reto pendiente de muchas de nosotras. Estamos encantadas de leer que, gracias a nuestro club de lectura, os animasteis a leer este libro. Una obra que habéis descrito como reveladora, un auténtico despertar al feminismo interseccional. Alana Portero –amiga y colaboradora de esta casa– califica su lectura como un auténtico “despertar”: «desplazó la percepción que tenía de mis opresiones y de mi realidad material completa». Olvido Contento, por su parte, habla de una “sacudida”: «Era la primera vez que leía y pensaba sobre la interrelación de las opresiones basadas en la raza y en el género, y me ayudó a entender el feminismo de una forma amplia e interseccional. Además de flipar con su descripción de las mujeres esclavas».

El feminismo blanco, en el punto de mira

Con su visión histórica, Davis saca los colores al bochornoso periplo del feminismo blanco, que ha usado –y desechado, cuando ha creído necesario– las experiencias de otras mujeres con opresiones flagrantes. De hecho, sois muchas las que os habéis sentido interpeladas con este “repaso” que da la autora al movimiento. Así, Peche explicaba cómo «me ha hecho avergonzarme muchísimo del sacrosanto feminismo™, que pensaba que era una frase que nunca diría, pero qué manera de fallarle a las mujeres negras». Por su parte, Valdecillas expresa esa misma idea de manera más directa: «Me ha gustado visitar la #casadeDavis para quitarme mi venda de mujer blanca occidentalizada». Olvido Contento habla de “traición” «para conseguir apoyo para el voto femenino de ciertas feministas blancas al aliarse con el supremacismo blanco. Davis con esto apunta directamente a la necesidad de aunar feminismo y antirracismo». Valdecillas se pregunta si esas traiciones no siguen sucediendo en la actualidad: «hay mucho desconocimiento de la realidad y no sabemos hasta qué punto desempoderamos más porque no se hace un esfuerzo proactivo por hacer espacios más diversos (aunque lo tengamos siempre en la boca)».

Esto ya lo dijo Angela Davis hace 40 años

La famosa coletilla usada por no pocas feministas en Twitter se corrobora al leer “Mujeres, raza y clase”. Aunque nos queda la duda de confirmar si es Davis quien se anticipa a su tiempo o, simplemente, que la sociedad evoluciona muy lentamente. Lo cierto es que en la “traición” del movimiento sufragista a sus hermanas negras, muchas indeseables visteis un fiel reflejo de otras “puñaladas” que el feminismo ha dado a numerosos colectivos. Malti señala acertadamente todas esas deslealtades: «Dehumanizar mujeres para poder mantener la posición de poder tampoco es nuevo. Posteriormente se hizo también con las lesbianas, para expulsarlas del feminismo. Se sigue haciendo con mujeres trans, racializadas, neurodivergentes, trabajadoras sexuales». Y cuestiona lo “voluble de la definición de mujer”, un debate que sigue de actualidad. «Imaginar a Sojourner Truth soltando su discurso “Ain’t I a woman?” y sacando los colores las burguesas blancas me pone los pelos de punta. El TERROR que tuvo que suponer ver a una mujer negra, ex esclava, analfabeta, leerles la cartilla. Desmontar todo el argumentario de mujer como ser cuidadoso, frágil y maternal que sostenían para pelear por el derecho al voto. Ella, fuerte, robusta, resistente, ¿no es una mujer? Y las sufragistas le dijeron que no, que no lo era, y se aliaron con los supremacistas blancos. Ay, amiga, DE QUÉ ME SUENA».

Angela Davis pasó 18 meses en prisión por una acusación de la que acabó siendo absuelta.

La esclavitud cambia de nombre

La emancipación apenas cambia la situación de las esclavas, empleadas en la agricultura y el trabajo doméstico con condiciones lamentables. Empieza además una práctica que continúa en EEUU (y por la que trabaja Davis en estos momentos) el empleo de presidiarios con salarios ridículos. En ese sentido, las detenciones a la población negra se multiplican y son completamente desproporcionadas respecto a los blancos. Nuestra Clara Timonel lo expresa con toda su crudeza: «Otro cerebro galaxia: el sistema penitenciario es un alargamiento del sistema esclavo. Misma mierda con distinto tufo. Nos venden el punitivismo como orden social cuando el único orden social es capitalista». Deborah L. Rivas hace un buen diagnóstico: «Manteniendo el sistema capitalista con sangre, sudor y lágrimas de seres vivos…» Y recordó otra de nuestras lecturas recientes, El cuerpo no es una disculpa. «Uy, de eso también hablaba Sonya Reneé Taylor. Para mí fue un horror conocer las cifras…».

Pero aún hay más trabajos sin salario

Davis dedica una parte del libro a las tareas reproductivas, donde propone la abolición del trabajo doméstico no remunerado a través de su profesionalización. Este es, para la autora, un ámbito de lucha imprescindible en la liberación de la mujer. Deborah L. Rivas, de nuevo, lo relaciona con “Calibán y la bruja” de Silvia Federici: «Cuando Federici expone cómo la mujer en la instauración del patriarcado pasó a ser la hacedora de mano de obra. En el libro, creo recordar que la autora menciona que ese sistema se empezó a aplicar en América y enlaza un poco con la esclavitud». Malti también lo vincula con la autora italiana: «Y enlaza con salarios para el trabajo doméstico de Federici y te señala cuáles son los fallos de la primera propuesta de ese grupo: otra vez, la interseccionalidad. Las mujeres negras YA cobran por hacer el trabajo doméstico. Una miseria.» Esta insigne indeseable y amiga zanja la cuestión de forma tajante: «Y por eso el trabajo doméstico debe ser reconocido como trabajo. Y el sexual. Y el reproductivo. PARA PODER NEGARTE A HACERLO».

Gracias por acompañarnos un mes más en esta casa de lectoras. ¡Nos vemos en la próxima! Seguimos cambiando las cosas que no podemos aceptar.

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Casa de Lectoras Indeseables

El club de lecturas feministas con un plan la mar de ambicioso: leer libros escritos por mujeres y comentarlos.