¿Qué paso en el aquelarre de #casadeFederici?

Casa de Lectoras Indeseables
5 min readMay 6, 2019

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“Una bruja en su caldero rodeado de bestias” de Jan van de Velde (1626). Título alternativo: “Un sábado cualquiera en Casa de Lectoras Indeables”.

Tras unos meses algo mustios en cuanto a participación (¡No pasa nada! No nos redimos a seguir leyendo con vosotras), el encuentro celebrado hace poco más de una semana para comentar “Calibán y la bruja” de Silvia Federici tuvo mucha participación y estuvo la mar de animado. Y eso que estamos ante un auténtico “tochazo” cargado de datos. Ojo, también está lleno de humor negro y valiosas lecciones de historia. El reto, para que el dimos unas semanas extra, no amedrentó a nuestras indeseables. Al contrario: #casadeFederici fue una conversación rica y variada donde, una vez más, nos ayudamos unas a otras a extraer conclusiones y añadir puntos de vista.

El Medievo era esto

El punto de partida del libro es señalar que la caza de brujas es un fenómeno de sometimiento mediante la violencia que, en paralelo a la explotación del mal llamado Nuevo Mundo y la esclavitud, resulta crucial para el nacimiento del capitalismo tal y como lo conocemos. Las vivas descripciones de Federici nos da una imagen de la Edad Media distinta a la ignoracia y oscurantismo que nos enseñaban en el “cole”. María Herráez compartió su visión: “No sabía aún lo inmensa que ha sido la visión deformada de esa época que se nos ha vendido. En especial, en relación a los puestos y trabajos que desempeñaban las mujeres y su papel en la resistencia al capitalismo naciente. El papel activo en las luchas campesinas, en contra de los cercamientos, en mantener viva la memoria, en mantener la comunidad unida”. De la misma forma opina Deborah L. Rivas: “¡Se me ha caído la venda de los ojos! Mientras leía me acordaba de mis clases de historia y la cantidad de información que nadie me dio. Tuve buenos profesores pero jamas me explicaron lo que Federici. Es devastador digerir que las consecuencias llegan al presente.”

Y es que la agricultura cooperativa o los oficios de todo tipo desarrollados por las mujeres sorprendieron a las lectoras. Continúa Rivas, “fue brutal leer la cantidad de oficios que llevaban a cabo las mujeres, la solidaridad y la lucha por los derechos. A mí me vendieron que la Edad Media era el sistema feudal y una época oscura y horrenda, llena de ignorancia”. A Malta, por su parte, “lo que más calor me ha dado ha sido leer sobre los espacios comunes, sobre tener un lugar libre al que acudir para celebrar, tener compañía, compartir. Lo veo reflejado en los proyectos de huertos urbanos actuales”. Por su parte, Blue
habla de shock cuando se dio cuenta de que “los movimientos heréticos fueron pioneros en la lucha por la justicia social. A mí me habían vendido que diferían del catolicismo y punto”.

Todas brujas

Una imagen de brujas pisando una cruz ante el diablo, extraída del “Compendium maleficarum” (1608), el manual para la detección y caza de las brujas. El “Compendium” contiene descripciones de pactos con el diablo, así como los poderes y pócimas de las hechiceras.

Federici habla de la necesidad de crear enemigos, “otros”, para llevar a cabo la transición al capitalismo. La gran lucha contra las mujeres de la época es la caza de brujas se cobra centenares de miles de vidas y que sin embargo, pasa desapercibida en los libros de historia. Era un ataque perfectamente orquestado en el que intervenían diferentes instituciones de la época (perfectamente sincronizadas): la Iglesia creaba la alarma, las cortes “seculares” juzgaban y castigaban a las mujeres, los filósofos e intelectuales de la época aportaron argumentos para seguir condenando a las mujeres. La misoginia es tal que la figura de la bruja se diseña como el “reverso maligno” del ideal femenino del mundo cristiano y capitalista. La bruja no tiene autonomía, decían, actuaba así siguiendo órdenes del diablo.

Nada más lejos de la realidad. Deborah destaca las mujeres que devienen las principales sospechosas de brujas “mujeres mayores y pobres, las que aún acumulaban el recuerdo de otros tiempos y aún un espíritu insurgente”. Aunque las causas eran básicamente económicas: evitar las rebeliones y consolidar el nuevo sistema, pero también controlar el cuerpo de la mujer que debe dedicarse a tareas reproductivas (a crear y cuidar futuros trabajadores). Nuestra Clara Timonel lo tiene muy claro: “Las mujeres eran las principales promotoras de las insurgencias al ser quienes más sufrían a consecuencia de la monetización del trabajo y el control estatal así que… Se las limitó y controló desde todos los flancos. Se promovió la misoginia”.

Una bruja se dirige volando en su escoba a un aquelarre. Lámina de Thomas Erastus, “Dialogues touchant le pouvoir des sorcières” (1570).

Adiós, curanderas. Hola, medicina “moderna”

El otro gran objetivo, como decíamos, era el control de la sexualidad y el cuerpo de las mujeres. Las brujas eran a menudo curanderas que asistían a los partos, pero también inducían abortos o instruían sobre métodos anticonceptivos. La caza de brujas sienta las bases de la concepción de la medicina moderna (nacían en esa época también las universidades). Deborah señala como los hombres “apartaron a las mujeres” de los partos y en general de la salud sexual y reproductiva de sus congéneres, “los hombres se instituyeron como los únicos capaces de hacerlo. Después muchas comadronas estaban vigiladas por el Estado y debían informar de los nacimientos o posibles signos que indicasen abortos. Mujeres contra mujeres. Siento la comparación, pero cada vez que leo sobre la rotura en la comunidad de mujeres no dejo de pensar en El cuento de la criada de Margaret Atwood”. María Herráez le da la razón: “tiene mucho sentido, y es una de las cosas que más me dolieron del libro de Atwood. Las mujeres contra las mujeres. Y también es una de las cosas que más rabia me da de las terfs, y las feministas no interseccionales. Que dejan fuera a sus hermanas”.

Blue, por su parte, habla de la “expulsión de las mujeres de la sala de partos para que el médico pudiera priorizar la vida del bebé sobre la de la mujer porque era necesario para la recuperación económica, al contrario de la tradición”. Deborah ve el inicio de una práctica tristemente común: “En este punto observo la temida violencia obstétrica que empieza a ser un tema sobre la mesa ahora, pero que lleva siglos haciéndose. Con la anterior autora ya vimos un relato sobre el punto de más (de Carmen María Machado). Reducidas a útiles de los que sacar provecho”.

Toda una experta en ciencia, Elisa Garrido, nos recuerda que esa lucha, la de “desmasculinizar” la ciencia está más viva que nunca: “Es muy curioso también ver esa relación entre autoridad científica y machismo. El apoyo a mujeres científicas es necesario para desestigmatizar algunas prácticas que son el legado de la institucionalización de una ciencia en masculino”.

Este es un pequeño resumen de vuestras maravillosas aportaciones a #casadeFederici. Os agradecemos, una vez más, vuestra participación y que nos acompañéis de mes en mes en nuestras lecturas.

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Written by Casa de Lectoras Indeseables

El club de lecturas feministas con un plan la mar de ambicioso: leer libros escritos por mujeres y comentarlos.

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