Este abril, celebramos la memoria de las brujas en #casadeFederici
Silvia Federici nació en Parma, Italia, en 1942, creciendo coetánea al primer periodo de paz extendida que Europa había conocido en medio siglo. En el Norte global algo de riqueza pareció estabilizarse, creando una clase media que se pensó institución permanente. Los llamados «Estados del bienestar» hicieron cada vez más evidente que, en un patriarcado capitalista, el bienestar no tienen la misma definición para todo el mundo, como tampoco la tiene el trabajo, la retribución ni la justicia. Comprometida con estos temas, la joven Silvia estudió filosofía, y emigró becada a Estados Unidos para continuar sus estudios superiores, el inicio de una fulgurante carrera académica.
Los años 70 fueron una época extraordinaria en la que ser joven y concienciada. La estabilidad socio-económica de ciertos sectores de la población y avances tecnológicos como la píldora anticonceptiva auspiciaron una revolución feminista comparable a aquella por el sufragio. Algunas mujeres, habiendo conquistado el derecho a voto, comenzaron a exigir derechos laborales y materiales, ampliando la concepción de justicia, género e igualdad. Espíritus de cambio comenzaron a bullir, de los cuales Silvia tomó parte dentro del colectivo marxista ecofeminista, junto con otras feministas académicas como Mariarosa della Costa, Maria Mies y Vandana Shiva. Fue una de las principales propulsoras del movimiento Wages for Housework, campaña internacional por la retribución del trabajo doméstico que articuló una alianza global de grupos feministas. También comenzó a desarrollar un cuerpo teórico que cambiaría el paisaje del movimiento, empezando por la creación del concepto «trabajo reproductivo», que complementa y sacude toda la teoría económica marxista.
El feminismo, como epistemología, se suele clasificar en movimientos generales u olas. Si la primera ola fue sufragista, la segunda se denomina «radical» por ir a la raíz, basada en principios materialistas y anticapitalistas. La obra de Silvia Federici contextualiza este periodo, pero a su vez no deja de ser relevante ni de actualizarse. Su análisis del capitalismo y el trabajo asalariado desde la perspectiva de género es fundamental para alcanzar las teorías de reproducción social de Nancy Fraser y Tithi Battacharya y las revisiones feministas de economía de Mariarosa Dalla Costa y Selma James, hace puentes con los contratos sexuales de Carol Pateman y Shulamith Firestone, con el activismo antirracista y anticarcelario de Angela Davis, Assata Shakur y Dorothy Roberts. Coloca el cuerpo femenino y su explotación capitalista en el centro, prestando atención a todo aquello que recrudece dicha explotación: capacidad reproductiva, racialización, victimizaciones genocidas. Hay un antes y un después del contacto con estas ideas trascendentales.
Calibán y la bruja, si bien publicado como texto completo por primera vez en el año 2004, comenzó a ver la luz en 1984, con la publicación de Il Grande Calibano. Storia del corpo social ribelle nella prima fase del capitale, en colaboración con la feminista italiana Leopoldina Fortunati. Silvia Federici lleva más de cuarenta años trabajando con este material; entre tanto ha trabajado como profesora en Estados Unidos y Nigeria, coordinado comités por la libertad de expresión y asociaciones de filósofos radicales, y colaborado con diversas publicaciones académicas y feministas. Toda una vida dedicada a estudiar la relación directa de patriarcado, colonialismo, capitalismo y violencia, así como estrategias de desarticulación de estos sistemas.
En Calibán, Silvia Federici hace un mapa exhaustivo y riguroso de la evidente violencia sobre las mujeres que se desplegó para poner en marcha la llamada «transición al capitalismo». Otros textos ya habían analizado la violencia de clases y la violencia colonial, las técnicas del poder y sus doctrinas, pero ninguno había examinado la caza de brujas como un hecho histórico relevante más allá de la anécdota. Las brujas, que no eran otra cosa que mujeres con cierta autonomía, saberes e influencia social, fueron ejecutadas en un genocidio que se extendió a escala global y duró casi dos siglos. Federici propone de forma convincente que su exterminio fue parte de una estrategia de acumulación de riqueza en manos blancas, capitalistas y, sobre todo, masculinas.
Este texto fundamental está publicado en una edición cuidadísima por Traficantes de Sueños. Su copia digital puede descargarse libremente desde la página web de Traficantes; os animamos a participar con una donación en la medida de lo posible para colaborar con este proyecto tan importante y de títulos tan interesantes. Sabemos que puede ser una lectura abrumadora, y por eso queremos acompañaros durante todo el mes de abril usando la etiqueta #casadeFederici: ¡juntas se lee mejor!
El jueves 25 de abril celebraremos nuestro encuentro virtual. Nos vemos en #casadeFederici, queridas brujas.
Calibán y la bruja: mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Silvia Federici. Traficantes de Sueños. Madrid, 2010. Traducción de Verónica Hendel y Leopoldo Sebastián Touza. 368 páginas. 25 euros.